Con los primeros cultivos comenzó a fabricarse el aguardiente y desde entonces este arte se fue perfeccionando por clanes ocultos, quienes heredaban la receta secreta a las generaciones que los sucedían. Un siglo más tarde, el aguardiente se consumía mucho más que la chicha y generación tras generación se mejoraba la receta de este gran legado atesorado desde la conquista.
